Un fin de semana de esos que tienes libres, cosa difícil, nos escapamos a casa de unos amigos en un pequeño pueblecito en las montañas de Tarragona, muy cerca del mar. Digo pequeño, porque hay literalmente cuatro casas, la suya es la amarilla.
Es un oasis de tranquilidad y silencio necesario para los que viven en ciudades cosmopolitas y grandes en las que vas todo el día con prisa.
Mi hija pequeña quería coger flores, así que fuimos a buscar unas cuantas silvestres para colocar encima de la mesa.
Habéis visto cuánto colorido, formas, especies...diferentes!!!
Mi hija se lo pasó genial y la mesa quedó preciosa.
Fue un dia completo
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