miércoles, 4 de marzo de 2015

!Ya estoy harta!

Buenos días a todas.
Hoy me encuentro cañera. Será porque no he dormido nada de nada... o será porque sencillamente estoy harta de que nos traten de la manera en que nos tratan, o sea, mal.

Se están cargando el sistema educativo, las pensiones, la sanidad, los empleos por mucho que digan cada día son más cutres y salchicheros, las condiciones laborales  más precarias... pero por si fuera esto poco, se han cargado la educación, los buenos modales, la ética personal y profesional... y todo esto, delante de nuestras narices!!!

Claro, como buena persona que eres, aguantas y aguantas... hasta que ya no puedes más y mira por dónde es hoy.

Es inconcebible que profesionales estupendos y  muy bien preparados se encuentren en situaciones laborales más que precarias por el sencillo hecho de no haber ganado una oposición, en cambio que otros muchísimo más mediocres tengan plaza en un sistema que prima el resultado de un examen antes de una buena praxis profesional, una buena diligencia en el trato, una buena ética profesional y ante todo unos buenos conocimientos de la profesión que se ejerce.

¿Es que no sabemos ya que hay gente que sencillamente su carrera es la de opositar y sacar plaza en el sistema? Porque lo que saben hacer, es eso, aprobar exámenes. Pues eso no tiene nada que ver con el hecho de saber ejercer la plaza a la que has opositado y ganado. Se necesita mucho más que aprobar un examen. 

Para poder ser un buen profesional, a parte de los conocimientos propios de tu profesión, se necesita ser
una buena persona, tener unos principios éticos personales y profesionales increíbles y dada la situación económico-social en la que nos encontramos, se necesita ser lo suficientemente fuerte como para no decantarse ante la corrupción, el chanchullo, el choricismo y el tráfico de influencias que tan en boga está hoy en día.

Luego nos quejamos. Estamos en un país dónde los buenos profesionales... acaban la carrera (que dicho sea de paso, pagamos todos) y se van. Y encima nos preguntamos porqué. 

¡¡¡Como si no estuviera claro!!!

Pues los que se van, todavía creen que su profesión es lo suficientemente importante como para poder luchar por una dignidad laboral a pesar de ganar sueldos menores que los que se "debiera".

Los que nos quedamos sencillamente creemos que todo puede cambiar....:)

¿Realmente somos unos ilusos? La semana pasada, al tomar una curva, topé de bruces con una de las personas que me echaron de mi antiguo trabajo. Tuvimos que frenar o los coches se hubieran dado un fuerte besito en los morros. Pero ese no fue el detalle. El detalle fue que al decirme adiós, esbozó una estupenda, hipócrita y gran sonrisa.

Os aseguro que mi despido no pudo ser de lo más bochornoso, barriobajero, poco elegante... en fin, no tengo palabras para definir un despido improcedente tan vulgar y maleducado como el que se me realizó. 

Pero de ahí a ver una mofa tan descarada y gratuita hacia mi persona, cuando lo único que he hecho en  mi vida personal y laboral ha sido ser coherente con mis convicciones, trabajar y mantenerme fuerte a pesar de las continuas exigencias de chanchullería que condicionaban mi trabajo... hay un abismo.

No nos engañemos. El sistema está premiando este tipo de comportamientos y despreciando los que deberían estar primando: la buena educación, la buena praxis profesional, el respeto hacia los demás, el mejorar día a día... en fin... el ser buenas personas.


¡Me niego a transmitir esto a mis hijas!

¡Pues estoy harta! harta de ser fuerte y que me den, harta de aguantar y que sean otros los que se lleven el premio a costa de los que trabajamos y damos la cara con responsabilidad de nuestros actos, harta de esa gentuza que se ha hecho con el sistema.  


Pero no podrán. 

Es imprescindible que yo pueda dormir tranquila por la noche, que mi conciencia descanse y que me realice con lo que hago. En definitivas cuentas, es imprescindible que yo sea feliz para poder poder transmitir a mis hijas los valores, creencias y criterios que me han hecho como persona y que considero básicos y fundamentales para vivir en esta sociedad.

Así, que después de este desahogo, muy necesario de vez en cuando, voy a continuar trabajando, y animo a todas las personas a las que se les denomina "fuertes" hagan un parón en su camino y piensen que la felicidad no se consigue a costa de cualquier cosa, ni que todo vale para ello, si no que para ser feliz hace falta disfrutar de aquello que te hace sentir bien y estar con aquellas personas que te aprecian. No es necesario "aguantarlo todo". 

El sistema se puede ir al carajo... que yo... no me iré con él.



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